El principal objetivo es bajar la inflación en los próximos meses para que el kirchnerismo pueda llegar con mejores chances a las elecciones. Pero para eso deberá evitar sorpresas en el frente cambiario
El arranque de la semana financiera en el mercado local será un buen termómetro para el comportamiento del dólar. Ahora todas las variables de los distintos tipos de cambio financieros volvieron a ubicarse por encima de los $ 300 y la brecha cambiaria supera nuevamente el 85%. Sergio Massa, sin embargo, sigue el tema de cerca y procura evitar cualquier tipo de sorpresa en los próximos meses, sobre todo pensando en pasar un fin de año sin mayores sobresaltos.
El viernes las distintas cotizaciones cerraron con leves bajas, tras haber subido durante toda la semana. El “contado con liquidación” disminuyó casi 1% hasta $ 327, mientras que el dólar MEP se quedó casi en los mismos niveles de la jornada anterior, a $ 313. El dólar libre o informal disminuyó levemente a $ 306.
El objetivo principal que tiene entre ceja y ceja el ministro de Economía es lograr una baja notoria de la inflación. En un reportaje radial del fin de semana incluso se jugó y dijo que espera en abril un índice que arranca con 3. Pero para eso es fundamental que no haya grandes sorpresas con los distintos tipos de cambio.
Una de las incógnitas es si el dólar oficial seguirá aumentando a un ritmo de entre 6% y 7% mensual, o por el contrario la decisión del Gobierno será desacelerarlo para favorecer el proceso de desinflación. Una decisión en esa dirección sería muy peligrosa, porque acentuaría todavía más el atraso cambiario. Actualmente, el tipo de cambio real está 27% abajo respecto del nivel que recibió Alberto Fernández en diciembre de 2019.
Para evitar fuertes saltos cambiarios, como el ocurrido en el bimestre junio-julio, Massa procura llevar adelante varias medidas simultáneamente, tanto desde el frente cambiario como del financiero. Éstas son algunas de ellas:
– Mantener un control estricto sobre los agregados monetarios: el BCRA continuará con su política de fuerte absorción de pesos. En un contexto de baja demanda de dinero, sería muy peligroso dejar tantos pesos en circulación ya que aumentaría la presión sobre el tipo de cambio. El costo es un fuerte aumento de los pasivos en poder del Central, que remuneran una tasa efectiva que ya supera el 100% anual. La situación podría complicarse a partir del segundo trimestre de 2023, cuando las elecciones ya estén a la vuelta de la esquina y se complique más la posibilidad de refinanciar los bonos en pesos.
– Seguir trabajando en el fortalecimiento de las reservas: En los últimos días hubo anuncios relevantes en esa dirección. Por un lado, la posibilidad de usar USD 5.000 millones del swap con China, por lo cual se busca que ese monto pase a ser de reservas de “libre disponibilidad”. Por otra parte, según se estuvo negociando en el encuentro del G-20 con la número uno del FMI, Kristalina Georgieva, el organismo podría efectuar el próximo desembolso antes de fin de año. Sería por el equivalente a USD 6.250 millones, que obviamente también ayudaría para consolidar el balance del BCRA.
– Consolidar el superávit comercial, sobre todo por control de importaciones: Se trata de un aspecto clave para transitar lo mejor posible el 2023. Por un lado, la expectativa de exportaciones que como mínimo se mantengan a pesar de la sequía, ya que se esperan importantes aumentos de las ventas al exterior por parte del sector minero y la economía del conocimiento. Pero al mismo tiempo el nuevo sistema de importaciones impuso fuertes restricciones, privilegiando solo aquellas compras de bienes que facilitan los procesos productivos de las empresas. Claro que el costo es una menor oferta de productos, que eventualmente podrían impactar sobre la inflación futura.
A pesar de la suba de los últimos días, por ahora el “escenario base” que manejan la mayoría de los economistas es que Massa estará en condiciones de evitar una nueva crisis cambiaria.