En el oficialismo miran de reojo a los jefes comunales de PBA por temor a que impulsen el corte de boleta para asegurar sus distritos.
“Gracias por venir. Gracias por apoyar a Néstor Kirchner”, así recibía Alberto Fernández -un “fullero” operador del peronismo porteño- el 16 de enero de 2003 a los duhaldistas, que caían sin ganas al acto de lanzamiento de Néstor Kirchner, en la Quinta de Perón, en San Vicente. Hasta cómo se pronunciaba su apellido les parecía un misterio. “Cómo te cuesta cantar Kirchner presidente”, se reían para no llorar en la primera línea del duhaldismo no dual. Puro.
Hacía un calor insoportable. Resaca del “que se vayan todos”. Felipe Solá -entonces gobernador- estuvo a punto de agarrarse a piñas con unos militantes que empujaban para salir al parque a buscar un poco de aire, mientras el estrenado candidato al que denostaban -“Chirolita”- recibía a un grupo de periodistas en un off que copó Cristina Kirchner con facturas a la prensa a diestra y siniestra. Y no las de manteca.
¿Cristina Kirchner aparece en el sprint final?
Esa era la foto de unidad de 2003. Veinte años después, Sergio Massa adolece de un arengador que le anime la candidatura. Al candidato a Presidente, ya no le entra un rol más. “Too much”, diría su suegra “Mo” Casán. A tres semanas de las PASO, empiezan a evidenciarse los hilos del plan de Cristina Kirchner,después del cierre de listas: cree que el oficialismo perdería las elecciones, eligió un candidato no propio para que le ponga el cuerpo a la probable derrota y ella replegarse con La Cámpora y Axel Kicillof -si es reelecto- en la provincia de Buenos Aires.
“Sergio, no arrugaste, fuiste para adelante y eso siempre es bueno”, fue lo más animoso que se le escuchó decir a CFK, la otrora parafraseadora del “vamos por todo”. A la “coralidad” que sugiere el asesor de campaña, el catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, le tuvieron que subir el volumen Malena Galmarini -”Sergio se pone picante con el FMI”- y Moria Casán -“Es un gran diplomático”-.
Máximo Kirchner había pedido que su madre le pusiera el cuerpo a la campaña en el conurbano. Pero ella por ahora cede algunas exclusivas, de tarima, cero barro, solo cuando es evidente que a la generación puntos suspensivos se le complica feo como en Santa Fe. Cristina Kirchner no “bajó” con Massa, pero tampoco con Kicillof. ¿Un correctivo por no haber querido ser candidato a Presidente? CFK promete aparecer en el sprint final: no vaya a ser que le endilguen que no jugó a que Massa gane como le facturan por Daniel Scioli.
Peligro… intendentes se cortan solos
“Pasan los años, pasan los gobiernos, los radicales, los peronistas, quedan los artistas”, cantaba Enrique Pinti. Versionada 2023…“pasan los años, quedan los intendentes”. En 2005 fueron la escoba con la que los Kirchner barrieron a los Duhalde de la provincia de Buenos Aires. Y ahora vuelven a ser decisivos.
“Que haya varias listas en un distrito puede servir para sumar por varias canastas en las PASO. Pero para la general y en un balotaje qué pasa con los heridos de esas internas, cómo vas a lograr que hagan campaña por vos. Capaz prefieren que vos pierdas y tener una oportunidad en el próximo turno y no bancarse cuatro u ocho años. Los intendentes son los reyes del corte de boleta”, advierten en UP. En JxC, también: “No hay dudas, van a jugar para ellos si sienten que pierden. En 2019 pasó con Julio Garro en La Plata, que fue reelecto y tuvo 9 puntos másque Mauricio Macri”.
Todos les temen a los intendentes, convertidos en lámparas de Aladino por Kirchner cuando decidió saltar a los gobernadores y asignarles los recursos directamente. El revoleador de bolsos verdes José López era el interlocutor predilecto en esos años.
Atracón de encuestas
Hoy, la mayoría de las encuestas marcan que Bullrich le ganaría a Larreta en la interna de JxC, Massa quiere ser el candidato individuamente más votado, pero le cuesta llegar al piso del 30%, y Milei se desinfla, pero muy de a poquito. Todos se dan atracones de encuestas.
Para el oficialismo, el “contexto”, como le gusta decir a CFK, es explosivo: récord de ausentismo, voto en blancoy la campaña fragmentada, cada uno de los candidatos bajan a los territorios por las suyas. “Máximo casi que solo hace campaña en Hurlingham y La Matanza. Hace días que está en el sur”, ya se resignan en el peronismo bonaerense.
Son los de la capa geológica partidaria. “¡En el 99, que ganó la Alianza, Pinky casi nos arrebata La Matanza!”, alertan y hacen cuentas, un poco para tranquilizarse: “Si Massa hace 35% en la primera vuelta, Axel es gobernador. Ponele 5 puntos de corte de boleta”. Para ganar la Provincia, el oficialismo acercarse al 60% en La Matanza. Hoy, la interna entre el intendente Fernando Espinoza y la lista del Movimiento Evita es una bomba latente. “Para las PASO van a jugar, pero ¿el que pierda va a salir a hacer campaña para la general? No”
El temor de Massa es que el piso del 30% se siga derrumbando y sea la peor derrota del PJ desde 1983. Mucho kirchnerismo por acá, un poco más de peronismo por allá. Al candidato sazonado, le llega una semana desafiante por el agónico acuerdo con el FMI y el anuncio de una devaluación selectiva. El miércoles, en el aniversario de la muerte de Eva Perón, espera bañarse de la liturgia peronista, que es lo que reclama el momento. Juan Grabois le come los votos de izquierda; lo peor… estira el mordiscón y engulle duros K. Esos están de más, piensa Massa, y estira el cuello para empujar el techo.
Kicillof también está en alerta: machaca que la tracción es de abajo hacia arriba porque los intendentes miden más que Kicillof y bastante más que Massa. Que los peronistas desencantados no vayan a votar es el gran temor.
El mapa país también dibuja un “contexto” complicado. “Toda la franja centro es de Juntos, Entre Ríos, Santa Fe, Mendoza, tienen también San Juan, San Luis y Chubut. En Unión tenemos Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Sergio tiene cerrado un acuerdo fuerte con el Norte y hay algo hablado en Córdoba”, se aferran a esta última esperanza para soñar. Las dos Buenos Aires son tomos aparte. La derrota de Rodrigo de Loredo en Córdoba Capital les dio aire.
Arde la interna Bullrich – Larreta
Este domingo, Bullrich y Larreta protagonizaron un duelo gestual. De Loredo, el candidato de ambos, buscaba ser la sorpresa electoral y arrebatarle al peronismo Córdoba Capital. Bullrich rodeó al radical, buscaba su foto victoriosa, después de la que tuvo Larreta con Maximiliano Pullaro en Santa Fe. ”¿Va a venir Horacio? No sé, hay mucho cordobés enojado después de que propusiera el acuerdo con Juan Schiaretti. ¿Se va a exponer a un escrache?”, se ponían picantes cerca de Bullrich horas antes de la elección.
El plan de Massa era viajar a EEUU para firmar el acuerdo con el FMI, volver a la Argentina el viernes y lanzar un plan platita fondo de olla. “Heladera y bolsillo”, lo llaman cerca del ministro-candidato. Pero, el FMI tiene otros tiempos.
La campaña tomará a la provincia de Buenos Aires. Bullrich, dos visitas por semana, en la Primera y Tercera Sección, mientras busca reclutar 44 mil fiscales. Ella es más fuerte en el interior. Larreta en la Primera. Para el cierre, ella jugará de local, con su vice Néstor Grindetti, en Lanús.
Milei, rabioso: “Todo el verso de la venta de candidaturas son gente vinculada al espacio de Bullrich”, tiró públicamente. A Massa le saltan viejos conocidos en las listas del libertario, que se hizo un lugar entre los shows de Luis Miguel en el Movistar Arena y el lunes 7 agendó el cierre de campaña.
La campaña de Massa es inflador y hacha: que Milei no se desplome y que Bullrich recorte. Intenta neutralizar esas fuerzas sentado en el medio del tobogán de la derecha. Si Milei no se reconcilia con La Piba le da una mano enorme al ministro candidato para un hipotético balotaje. Larreta se aferra a la campaña yogui: una marea silenciosa a la que solo le pide que el 13-A se levante y lo vote. Para él sí “o es todo o es nada”.
Si Milei se pincha en las PASO un voto útil de sus seguidores podría definir la elección en primera vuelta para JxC. Sería el final, final para Massa. Larreta, en inferioridad de condiciones en las encuestas, está obligado a jugar la carta del voto útil en un compás anterior a Bullrich. Schiaretti y su candidato a vice Florencio Randazzo entendieron la urgencia y salieron a tirarle una soga: dijeron que lo apoyarán si llega al balotaje.
Claroscuros
Después de las PASO, es otra cosa. Despejado el enigma Bullrich o Larreta, Massa entrará en fase candidato, de la mano de ¿Cristina Kirchner? En 2015, cuando Scioli llegó al balotaje avisó: “Voy a ser más Scioli que nunca”. Perdió por 681 mil votos (más o menos una ciudad) frente a Macri. Pero ¿faltó o sobró sciolismo? o ¿faltó o sobró kirchnerismo? Hoy Scioli es el novio bueno al que le reconocen que se bancó todas: Máximo y Carta Abierta, entre algunas de las boicoteadas.
Si Massa entra en el balojaje ¿va a ser más Massa que nunca? Entonces ya estará definido si Kicillof retuvo la Provincia. Cristina Kirchner sabrá si tiene guarida. Los intendentes, también. Massa necesita evitar la diáspora.
A Kirchner le llevó apenas dos años desembarazarse del duhaldismo y parirse como líder, palo y billetera. No perdió tiempo, en la primera elección después de asumir, rompió él la negociación y armó listas con CFK a senadora. “Me costó más llegar hasta acá que ganar la elección”, le decía Cristina Kirchner a la marea de periodistas que la esperaban en el domingo triunfal. Había vencido a Chiche Duhalde.
Carlos Menem frustró a Duhalde, Raúl Alfonsín nunca permitió otro liderazgo en la UCR, Larreta chocó con Macri, que como Cristina Kirchner, no son candidatos, pero siempre están.
Antonio Gramsci, el filósofo italiano que le gusta citar a CFK, diría… lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer. Su frase textual es más inquietante: “El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer y en ese claroscuro surgen los monstruos”.