Los sondeos anticipaban un resultado peleado para la interna opositora en la provincia, pero Maximiliano Pullaro se impuso con comodidad a Carolina Losada. El larretismo gana confianza. El bullrichismo lo acusa de agredir a través de terceros.
La elección de Santa Fe dejó señales políticas claras para el oficialismo y especialmente para la oposición. Pero también dejó en evidencia, una vez más, las grandes diferencias que hay entre los números de la mayoría de las encuestas y los resultados de las votaciones. Los sondeos nacionales dan hoy, en buena medida, una ventaja de Patricia Bullrich sobre Horacio Rodríguez Larreta para la PASO nacional. En sus equipos de campaña tomaron nota de lo sucedido en Santa Fe y de las advertencias que deja para agosto.
El “error” de las encuestas -aunque los consultores suelen advertir que no son predicciones- no estuvo en pronosticar un triunfo opositor, o el caudal de voto de la alianza opositora en la provincia (aunque estuvo algo subestimado), sino fundamentalmente en medir la diferencia entre Maximiliano Pullaro -que tuvo el respaldo de Larreta- y Carolina Losada -que tuvo el respaldo no solo de Bullrich, sino de Mauricio Macri.
Rodríguez Larreta decidió volver este jueves a la provincia a mostrarse con Pullaro y, junto a su compañero de fórmula Gerardo Morales presentar en Rosario sus propuestas de seguridad en caso de ser electo presidente. En el campamento del jefe de gobierno porteño el resultado provincial produjo un vuelco de optimismo y en parte tiene que ver con las encuestas.
Hasta el último día antes de la elección, tanto cerca de Pullaro como de Losada anticipaban un escenario de fuerte paridad en la interna. Proyectando indecisos, las encuestas en general daban una leve ventaja para Pullaro. El exministro provincial le terminó sacando una diferencia de alrededor de 12 puntos. Unidos para Cambiar Santa Fe superó el 63% de los votos -se esperaba más cerca de 50%-, alrededor de 35 puntos más que el peronismo local -se preveía entre 20 y 25 en promedio-, que gobierna la provincia.
tres dirigentes clave del armado nacional de Larreta plantearon la misma hipótesis. “No están funcionando como termómetro. Los mismos tipos que hacen las encuestas te dicen que nadie quiere responderlas. Los que la responden son los hiperpolitizados, los agrietados. La mayoría está cansada de la política y de los quilombos. El que quiere paz, el moderado, no contesta las encuestas”, señala uno de ellos.
Para graficar la misma idea, un dirigente radical de Santa Fe que estará este jueves con Larreta de campaña en la provincia interpreta que los sondeos no sólo sobredimensionaron a Losada, sino también a los candidatos del oficialismo más ligados al kirchnerismo, es decir, al sector más duro de la alianza peronista: en la interna del PJ, el camporista Marcos Cleri sacó el 4% de los votos.
La lectura tiene sus puntos flacos y no es compartida por el sector duro del PRO, donde creen además que “los votos no se transfieren”: para el larretismo, Carolina Losada era la expresión clara de un halcón. Eso sería asumir que Pullaro, exministro de Seguridad de una de las provincias más difíciles por el narcotráfico y la violencia, tendría un perfil de “paloma”, comparable a Larreta. Y que Losada es igual a Bullrich, que jamás llamó narco o ladrón a su adversario interno.
Hay otras hipótesis que sí comparten tanto en el campamento larretista como en el bullrichista. Para empezar, que la elección se terminará de definir en los últimos días previos a la votación. Y en ese sentido, de un lado y del otro entienden que Losada cometió errores graves en general, pero sobre todo al final de la campaña.
“El principal error no fue vincular a Pullaro con el narcotráfico, aunque Patricia le dijo más de una vez que no vaya por ahí. Lo más grave es haber dicho hasta el final que no iba a convocar a Pullaro si ganaba, ni lo acompañaría si perdía. Acá muchos votarán a Bullrich y muchos a Larreta. Pero el votante de JxC no es larretista o bullrichista; es, sobre todas las cosas, antikirchnerista”, analizan, días después de la elección provincial, en la mesa chica de Bullrich.
Pero un hombre clave de la campaña bonaerense del larretismo que maneja sondeos propios hace un análisis similar: “Si sos agresivo con tu adversario en la interna, también sos agresivo con quien vota o analiza votarlo dentro de tu propio espacio y eso te vuelve funcional al oficialismo. Más allá de los choques, Bullrich jamás pasó límites como Losada, y creo que tomó nota de Santa Fe”.
Aunque pareció un intento de “moderación”, en el entorno de Bullrich niegan que la reciente carta a Larreta que firmaron algunos de sus principales candidatos haya tenido que ver con el resultado santafecino. “De nuestra parte siempre va a encontrar firmeza en las declaraciones y en las posturas, pero jamás el esgrimir argumentos propios del kirchnerismo”, sostiene la misiva, luego de que una de los jefes de la Coalición Cívica -fuerza aliada al jefe de Gobierno porteño para la PASO- vinculara el 2001 con un posible gobierno bullrichista.
“No tiene nada que ver con Santa Fe, pero hay que desenmascarar esto: Larreta pega siempre, pero con mano ajena, que no se hagan los boludos. Hablar del 2001 o decirnos fachos es gravísimo”, dijo a este medio uno de los redactores del texto dirigido al jefe de Gobierno porteño. Si no es “moderación”, Bullrich al menos busca romper con la idea de que su discurso está orientado netamente a chocar con Larreta.
Ahora bien, algunos dirigentes del círculo pequeño de Larreta creen que el error de las encuestas en Santa Fe es extrapolable a los sondeos que nacionalmente le dan una ventaja a Bullrich. Es decir: el votante moderado no aparece en las encuestas, es mayoritario en la interna cambiemita y se verá en el día de la elección, el 13 de agosto.
El equipo de campaña de la exministra de Seguridad, como diría Tarantino, “rechaza la hipótesis”: “Las encuestas importan sobre todo para medir el clima y por la tendencia que muestran. Muchas nos dan 10 puntos arriba y tampoco les creemos. Pero hay algo claro: las mismas encuestas que hace un año usaba Larreta y la daban a Patricia abajo, hoy le dan arriba. Y esa es la tendencia”.