El feriado en Wall Street del lunes dará algo de alivio a la desafiante agenda de una conducción económica que recibe una agenda envenenada y está obligada a dar respuestas rápidas
La renuncia de Martín Guzmán desnudó aun más la fragilidad de la política económica y la política a secas del gobierno de Alberto Fernández, que debió bregar para resolver la sucesión al cabo de un domingo de reuniones, conciliábulos y llamadas telefónicas para diseñar una nueva arquitectura de poder al interior de la coalición oficial, reordenar el gabinete o al menos designar un reemplazo ministerial, que finalmente será la fueguina Silvina Batakis, exministra de Economía de la Provincia de Buenos Aires durante la gestión como gobernador de Daniel Scioli, quien se venía desempeñando como secretaria de Provincias en el ministerio del Interior, a las órdenes del ministro Eduardo “Wado” de Pedro.
La elección de Batakis, previa consulta de Alberto Fernández a Cristina Kirchner, es una nueva muestra de debilidad presidencial, pero también la posibilidad de una tregua al largo conflicto entre el primer mandatario y su supuesta segunda. El primer examen del mercado será en parte atenuado por el hecho de que este lunes la plaza deNueva York estará cerrada por el feriado del Día de la Independencia de EEUU, lo que reducirá el volumen de operaciones en el mercado local, pues la mayoría de las cuentas relevantes que operan en él están basadas en el exterior.
Algunas cosas son en cualquier caso esperables, como la desaparición del mercado exportador y que el mercado de bonos, al operar huérfano de la referencia de Nueva York, no produzca datos significativos. En el mercado accionario, sin guía externa, probablemente caiga el valor de las acciones argentinas, que tendrán al día siguiente la posibilidad de ponerse al día cuando se reactive el mercado de ADRs.
¿Caros o baratos?
Un caso particular es el de bonos. El viernes operadores y analistas coincidían en que, a unos 20 centavos por dólar de valor nominal, estaban prácticamente regalados: no podrían caer mucho más, y en cambio tienen mucho para levantar, si las noticias acompañan. El problema fue que el sábado la noticia fue la renuncia de Guzmán, que hasta opacó el discurso de la vicepresidente Cristina Kirchner en Ensenada, esperado contrapunto pimpinelesco a lo que había dicho un día antes el presidente. Con la renuncia del ministro y su reemplazo por alguien de perfil kirchnerista, lo que el viernes parecía regalado el lunes tal vez ya no lo parezca.
Dependiendo de las medidas que se tomen respecto de las operaciones bancarias y cambiarias, es también esperable un desorden en el precio del dólar. Sin la guía del “Contado con Liqui”, que tiene punta en Nueva York, esa cotización estará al garete. En los bancos, el dólar “solidario” (la cuota de USD 200 mensuales) será muy apetecible y las cuentas en dólares podrían sufrir un fuerte mordisco de los depositantes. Eso es al menos lo que prefiguró el boom de consumo del fin de semana: lo que se podía comprar en cuotas y a crédito voló, hubo mucha venta de electrodomésticos y, en los supermercados, de bienes no perecederos. Un claro signo de que los pesos “queman”. Si lo que los economistas llaman “demanda de dinero” cayera abruptamente, el frente inflacionario puede sufrir una nueva y peligrosa aceleración.
La incertidumbre sobre el dólar y los precios, además, tenderá a producir una retracción de la oferta y, de prolongarse, escasez de mercadería. Por todo esto, la semana será, en cualquier caso, agitada, y forzará el gobierno no solo a dar respuestas rápidas, sino también claras y eficaces. Batakis deberá ocuparse de inmediato de generar confianza para abortar o al menos atenuar estos riesgos.
Hojas de ruta
Por caso, deberá decidir rápidamente qué hace con el acuerdo con el FMI, del que Guzmán dijo antes de irse que cumplió las metas del segundo trimestre. También. tomar en sus manos la incipiente renegociación de la deuda con el Club de París, de la que Guzmán dejó una hoja de ruta. Saber qué hace con programas como “Precios Cuidados” y si planteará un método nuevo o recorre el camino de aumentos “segmentados” de las tarifas de electricidad y gas que Guzmán había pergeñado para empezar a achicar la cuenta de subsidios, el filón más importante para reducir el gasto y el déficit fiscal y al menos acercarse a las metas anuales del acuerdo con el Fondo.
No menos importante será lo que la nueva ministra decida sobre el supercepo instituido hace una semana por el Banco Central (a instancias de Economía), medida que de prolongarse llevaría a una paralización de la actividad económica, pero con continuidad de la inflación. Y aunque Guzmán, con auxilio del Central, superó precariamente el supermartes de vencimientos de bonos en pesos del 28 de junio, quien lo suceda deberán dar una respuesta convincente sobre qué hará con esos pagarés que el exministro consideraba un “pilar” de su programa financiero, del acuerdo con el FMI y hasta de la soberanía nacional, pero que dejaron de apetecer a un mercado incluso interesado en disminuir su exposición a ellos. Se trata de renovar nada menos que $ 2 billones en los próximos 90 días. Menudo desafío.