El Jefe de Gobierno impondría un sistema de votación diferenciada para elegir a las autoridades de la Ciudad de las nacionales. Reclamos libertarios y festejos de Lousteau.
En la Ciudad de Buenos Aires aseguran que se trata de “una decisión que ya está tomada”. Cerca de Mauricio Macri, en cambio, consideran que puede haber una marcha atrás. En términos formales, hay tiempo hasta el viernes 14 de abril.
Mientras tanto, la tensión interna en el Pro alcanza uno de sus picos históricos. Horacio Rodríguez Larreta regresará en las próximas horas de un viaje de índole personal que lo llevó a Barcelona, España. Se espera que confirme entonces algo con lo que se viene especulando hace semanas:la división entre la elección porteña y la nacional, aunque coincidan en el calendario.
La estrategia, que en términos políticos busca equiparar las posibilidades de los aspirantes a la jefatura de Gobierno, se basa en un sistema de voto diferenciado. Se presentará desde el discurso como una herramienta que aporta “transparencia” o, por lo menos, así lo anticipan en los equipos larretistas. Se aplicaría, de esta manera, el voto tradicional con boletas sábana para los cargos nacionales (presidente y diputados) y la boleta única, con alguna remota probabilidad de utilizar el voto electrónico, para los locales (jefe de Gobierno, legisladores, comuneros).
La opción que se descartó por completo es la del desdoblamiento. El código electoral de la Ciudad, aprobado en 2018, contempla todas las alternativas, pero una eventual división de fechas implicaría un desgaste que buscan evitar. “Además del despliegue, tenés el gasto que implica, la veda. Son muchas cosas. No es el mensaje que queremos dar. Y ya venimos de participaciones muy bajas en las últimas elecciones. No sería inteligente pedirle a la gente que vaya a votar de 4 a 6 veces”
Fue Martín Lousteau, referente de la UCR Evolución y precandidato de Juntos por el Cambio para la sucesión de Larreta, uno de los que más insistió con este formato. Se posiciona, entonces, como el gran ganador detrás de esta jugada. El aceitado vínculo entre el senador radical y el Jefe de Gobierno del Pro se empezó a construir hace cuatro años. Lousteau no se postuló para competirle, como había hecho en 2015, y Larreta se comprometió a no trabar sus intenciones en la carrera por la sucesión. Una promesa a largo plazo que este año debía romper o revalidar.
Por supuesto, la decisión de una elección con dos urnas está lejos de justificarse con aquel apretón de manos del 2019. El alcalde tiene pretensiones explícitas: afianzar su relación con el radicalismo para su propia carrera presidencial y, sobre todo, confrontar definitivamente con Mauricio Macri. El expresidente es el más ofendido por la noticia y en su intimidad no le tembló la voz para hablar de “traición al Pro”
Sin la tracción de los candidatos nacionales del PRO (Larreta y Patricia Bullrich), Jorge Macri parte en igualdad de condiciones con Lousteau, en esa interna de Juntos por el Cambio. En el partido amarillo hay apellidos de peso que temen por lo que entienden que lo que se hace es “entregar la Ciudad”, el bastión histórico del macrismo. La propia Bullrich, que además es presidenta del partido, rechaza la propuesta. La misma postura adoptó María Eugenia Vidal. Larreta avanza, aun con esa mesa chica en su contra.
En el oficialismo porteño defenderán el sistema durante los días venideros. Hablarán de “una elección justa”, plantearán que de esta manera será la ciudadanía quien decida “sin las viejas trampas de la política”. También intentarán establecer que se trata de “una señal de autonomía” y buscarán escindir las verdaderas motivaciones políticas detrás de la decisión.
Ramiro Marra, legislador porteño y precandidato de La Libertad Avanza para CABA, es uno de los grandes perdedores. Hoy Javier Milei tiene, según las distintas encuestas, una intención de voto de entre el 20% y el 25% en el distrito. Sin el arrastre de esa boleta, Marra corre de atrás y se despediría del potencial balotaje con el que fantaseaba. En el sector están preocupados por lo que podría pasar con la lista de legisladores.
El caso inverso es el de algunos nombres en el Frente de Todos. Sin un candidato presidencial fuerte y en una ciudad que siempre le ha sido esquiva, la boleta diferenciada favorece a los sueños del peronismo. Entre ellos aparece Leandro Santoro, uno de los que se perfila como candidato a Jefe de Gobierno. La explicación es simple: no convive con la carga negativa de un presidenciable desgastado y se podría concentrar así en una campaña local.
El ministro de Deportes y Turismo de la Nación, Matías Lammens, parece acomodarse como candidato a diputado. De ser así, su imagen si iría pegada a la boleta del candidato a presidente. Hasta el momento mantiene una alianza con quien fuera el candidato en las últimas elecciones legislativas. La Cámpora, mientras tanto, no se define de manera oficial. Lo seguro es que Mariano Recalde, presidente del PJ porteño, se para lejos del tándem Lammens-Santoro, al que tilda de “albertista”.
Al mismo tiempo, un sector del peronismo empezó a construir, en los últimos días, una opción algo disruptiva: el comunicador Pedro Rosemblat como principal figura. Esta aventura cuenta con el apoyo de Juan Grabois y, por lo bajo, hablan de un visto bueno de Máximo Kirchner. Todos ellos esperan beneficiarse por las chispas en el PRO. El partido fundado por Mauricio Macri tiene la llave de la Ciudad desde 2007.