Los cinco candidatos que se enfrentaron en el segundo debate presidencial en el salón de actos de la Facultad de Derecho de la UBA cruzaron chicanas, críticas y descalificaciones ante los millones de argentinos que frente a los televisores buscaban argumentos para votarlos o no. Pero detrás de cámaras, en los pasillos de esa casa de estudios y entre el público e invitados pasaron otras cosas que la transmisión oficial no llegó a mostrar en toda su dimensión.
Aunque fue un debate más ordenado también tuvo mucha más agresividad. Javier Milei (La Libertad Avanza), Sergio Massa (Unión por la Patria), Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio), Juan Schiaretti (Hacemos por Nuestro País) y Myriam Bregman (Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad) cumplieron más o menos con el libreto que se esperaba de cada uno. Y al igual que ocurrió en territorio santiagueño, la noche terminó sin una foto conjunta y posada de los cinco protagonistas.
La que se desmarcó fue Bregman, que dejó el atril y partió veloz hacia la zona de los camarines que habían sido especialmente acondicionados por la organización del debate. No estaba dispuesta a compartir la foto con Milei y apenas aceptó un saludo a las apuradas con el cordobés Schiaretti.
La candidata ya había sorprendido cuando fue la única que en el inicio del debate no condenó la violencia terrorista de Hamas, que perpetró una masacre sin precedentes contra el pueblo judío en Israel. Tanto Milei, como Massa, Bullrich y Schiaretti expresaron su condena a esa agresión brutal del fundamentalismo y la solidaridad con las víctimas de esos ataques, pero Bregman, en cambio expresó: “Nos duelen las víctimas civiles que ocurren en un conflicto que tiene como base la política del Estado de Israel de ocupación y de apartheid contra el pueblo palestino”.
A esa diferenciación, que no estuvo exenta de polémicas, se le sumó un tono que fue mucho más agresivo que en Santiago del Estero. Milei le dijo a Bullrich “montonera asesina”, Bullrich le pidió a Massa “que se deje de joder con los plancitos”, y Massa le dijo a Milei “hasta acá llegaste” por las descalificaciones que había pronunciado en contra de Bregman.
Mientras arriba del escenario se tiraban munición gruesa, en las 500 butacas habilitadas para invitados, organizadores y autoridades, hubo gobernadores, ministros, diputados, senadores, funcionarios judiciales, de organizaciones de abogados, jueces y un variopinto público donde no faltaron también productores de televisión y reconocidos periodistas. Había oficialistas y opositores. Progresistas, de centro y libertarios.
Estaban la mayoría de los gobernadores: Juan Manzur (Tucumán), Sergio Uñac (San Juan), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Raúl Jalil (Catamarca), Ricardo Quintela (La Rioja), Martín Llaryora (electo por Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Gerardo Morales y su sucesor Carlos Sadir (Jujuy), Gustavo Valdés (Corrientes), Alfredo Cornejo (electo por Mendoza), Leandro Zdero (futuro de Chaco), Horacio Rodríguez Larreta (que no posó en la foto oficial), Claudio Poggi (electo por San Luis), Nacho Torres (Chubut) y Marcelo Orrego (electo por San Juan).
También los candidatos Leandro Santoro y Jorge Macri, por la ciudad, y el opositor Néstor Grindetti y su rival Carolina Píparo por la provincia de Buenos Aires. Se lo había anunciado a Axel Kicillof, pero una disfonía y un cuadro febril post caravana por el Conurbano lo marginó del debate.
De la Libertad Avanza, la barra más ruidosa y que se hizo escuchar una vez que terminó el debate y se saludaron los candidatos, estuvieron Victoria Villarruel, Karina Milei y su madre, Ramiro Marra, Guillermo Francos, Carlos Kikuchi, Marcela Pagano. Era una compañía nutrida, pertinente para una frase que mientras las cámaras estaban apagadas en el último corte, pronunció Milei mientras era el único de los cinco candidatos que estaba en su lugar y esperando al resto: “No me dejen solo”, se le escuchó decir al libertario. Sólo los propios lo festejaron y a los pocos segundos ya estaban todos en sus lugares, esperando el inicio del segmento final.
Apenas terminado el debate un rumor se esparció con la velocidad del rayo por la Facultad de Derecho y generó un alarma inesperada. La atención por parte del SAME a Patricia Bullrich había generado múltiples especulaciones. ¿Se había descompensado?
Alberto Crescenti había hablado con este cronista por la tarde, antes de que empezara a llegar el grueso de los invitados y los candidatos. Explicó que tenía 35 médicos y personal de salud asignado a cubrir cualquier eventualidad. “Estamos preparado para todo”, dijo entonces el titular del SAME.
Finalmente, la alarma quedó desactivada: “Tuvo una conjuntivitis. La medicamos. Teníamos gotas oftalmológicas y se la suministramos. Por favor, descarten que haya tenido ninguna descompensación. Le molestaba el ojo y en el intervalo le pusimos las gotas”, contó el médico