El precio del trigo atraviesa uno de sus momentos más delicados en casi una década. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) proyecta una producción global de 825 millones de toneladas, un volumen extraordinario que supera ampliamente el promedio histórico y que consolida un escenario de sobreoferta que afecta a todos los productores. Esta abundancia récord ha generado una tendencia bajista que arrastra los precios a niveles no registrados desde 2016.
Los principales oferentes globales impulsan el mercado a la baja con volúmenes de producción excepcionales. Rusia mantiene su liderazgo con envíos agresivos, Australia ha recuperado terreno tras la sequía y Canadá y Estados Unidos aportan más toneladas de las previstas al inicio del ciclo. En este contexto de saturación, las cotizaciones internacionales retroceden significativamente y el trigo argentino pierde competitividad, a pesar de registrar un año de rendimientos excelentes.
Pronóstico de divisas del sector agropecuario para el verano
La mencionada caída de los precios internacionales ha suscitado interrogantes sobre su impacto en la producción nacional. Si bien el desplome del precio del trigo no afectaría los ingresos de divisas a nivel macro, sí repercutiría en los productores, especialmente en aquellos que operan en tierras arrendadas, donde la rentabilidad se verá reducida y solo podría compensarse mediante un esquema de rotación trigo/soja.
Javier Preciado Patiño, analista de RIA Consultores, sostuvo en diálogo con Ámbito que esta disminución en el precio no debería incidir de forma significativa en la entrada de dólares. El especialista explicó: “Esta caída de precio, inferior al 10%, se compensa con una expectativa de altos rendimientos y una estimación de cosecha que se sitúa por encima de los 25 millones de toneladas. Representa unos u$s15 menos del precio que se manejaba antes de la definición de la cosecha, pero considerando un consumo interno —que se mantiene muy estable— en torno a los 7,5 millones de toneladas, quedaría un saldo exportable de 17,5 millones, al que debe sumarse el stock que pueda traspasarse de las campañas anteriores a la 2025/26”.
Según el analista, “con este saldo y al precio FOB actual, el trigo generaría unos u$s3.500 millones, de los cuales la mitad —aproximadamente u$s1.700 millones— ingresaría entre diciembre y febrero”.
Otro factor positivo para la economía es la señal favorable que ofrece la soja. Un informe reciente de la consultora LCG detalla que el valor de la posición a mayo de 2026 de soja en el CBOT se incrementó en las últimas semanas de u$s390 a 420 por tonelada, lo que implica un aumento del 8% impulsado por el retorno de las compras chinas de la oleaginosa a los Estados Unidos. Dicho repunte mejora directamente el valor de la producción argentina, incluso en un ciclo con menor volumen disponible.
Conforme a ese reporte, el valor bruto de la producción agrícola (VBP) se incrementará de u$s31.433 millones en 2025 a u$s35.233 millones en 2026, lo que implica un salto cercano a u$s4.000 millones. Este aumento no solo obedece a la mejora del precio de la soja, sino también al marcado crecimiento del maíz.
Malestar de los productores de trigo
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) confirmó recientemente que Argentina se encamina hacia una producción de 25,5 millones de toneladas, uno de los niveles más altos de su historia. Sin embargo, este volumen, que debería ser motivo de celebración, llega al mercado en el momento menos oportuno: con un exceso global, stocks abultados y una demanda internacional ya satisfecha. La conjunción de récord productivo y derrumbe internacional sitúa al productor argentino ante una paradoja que reduce el valor real de su cosecha.
El aumento en la producción local intensifica la presión bajista. Cada tonelada que ingresa al mercado encuentra un precio más deprimido, debido a que, además de los altísimos rendimientos obtenidos, el contenido proteico del trigo ha disminuido, por lo cual es previsible que parte del cereal destinado a la exportación se comercialice como trigo forrajero.
Existen otras consideraciones relativas al valor del trigo. El economista David Miazzo, titular de Data Miazzo, explicó a Ámbito que la situación del mercado es crítica y detalló que “con un precio FOB de u$s207, el precio del trigo se sitúa en valores similares a los de 2019, aunque es necesario remontarse al período 2016-2017 para encontrar valores tan bajos”. El impacto global magnifica un problema interno, donde el productor percibe un monto significativamente menor al que indica la capacidad teórica de pago del sector exportador, debido a la gran cosecha proyectada y a una serie de parámetros internos que consideran la calidad del grano entregado por los productores.
Miazzo precisó que “existe preocupación y malestar por parte de los productores, quienes si bien están logrando buenos rindes, sufren un efecto de oferta muy significativo que provoca que estén recibiendo cerca de u$s15 menos de la capacidad teórica de pago de los exportadores, que se sitúa en u$s177 por tonelada, pero la realidad del mercado se mueve entre u$s162 y 165, configurando la mayor brecha de los últimos años”.
Un aspecto relevante es que todavía no ha ingresado el grueso de la producción del cereal. El avance de la cosecha de trigo se ubica en torno al 20% de la superficie, por lo tanto, esta presión bajista en el mercado se mantendrá.




















