En un clima de marcada tensión en el estudio, el periodista Eduardo Feinmann y la diputada nacional Lucía Klug protagonizaron un intenso debate que rápidamente captó la atención pública. La controversia se centró en el proyecto de ley que propone establecer un gravamen a las emisiones de metano del ganado. El intercambio puso de manifiesto las profundas discrepancias entre ambos respecto al impacto ambiental y económico de la iniciativa.
El conductor cuestionó el proyecto con severidad, argumentando que se trata de un nuevo tributo que impactaría negativamente en la producción y que carece de viabilidad práctica. Por su parte, la diputada Klug defendió la propuesta, sosteniendo que tiene como objetivo alinearse con estándares ambientales internacionales y regular la actividad ganadera bajo parámetros de sostenibilidad. De esta manera, el diálogo escaló progresivamente.
Feinmann inició la entrevista con un tono incisivo, asegurando que el proyecto representaría una carga directa para el sector agropecuario. Señaló que el país ya atraviesa dificultades económicas y que la imposición de un nuevo tributo resultaría contraproducente. Klug replicó que la finalidad no es penalizar al sector, sino reducir las emisiones y acompañar a los productores en un proceso de transición.
En este contexto, la legisladora enfatizó que el metano es un gas de efecto invernadero con una significativa contribución al calentamiento global. Mencionó que diversos países han implementado regulaciones similares y argumentó que Argentina no puede rezagarse en materia ambiental. Feinmann interrumpió con firmeza, calificando el proyecto como aparentemente “elaborado por un grupo de idealistas ajenos a la realidad del campo”. Klug refutó esta aseveración, indicando que la propuesta se sustenta en estudios técnicos y se enmarca dentro de los estándares del sector.
Un debate que evidenció diferencias sustanciales
Antes de concluir el tercer segmento de la entrevista, las posturas de ambos interlocutores quedaron claramente definidas. Feinmann insistió en que la iniciativa podría generar un incremento en los costos operativos y perjudicar a los pequeños productores. Subrayó que muchos de ellos manejan márgenes estrechos y que la aplicación de un gravamen adicional resultaría inviable. Klug aclaró que el proyecto contempla una implementación gradual y que prevé la instrumentación de incentivos para aquellos que adopten prácticas sostenibles.
La diputada señaló que la problemática del metano reviste una importancia considerable, dado que la ganadería constituye uno de los sectores con mayor incidencia en las emisiones nacionales. Sostuvo la necesidad de que el país asuma compromisos ambientales y que el Congreso legisle con una visión de largo plazo. Feinmann replicó que el Gobierno no está en posición de solicitar sacrificios adicionales cuando no logra resolver problemáticas urgentes. Klug argumentó que la agenda ambiental no es excluyente de otras prioridades.
La tensión se intensificó cuando el periodista inquirió si “se pretende medir los gases de cada vaca”. Klug respondió que esa frase se utiliza para trivializar la discusión, y afirmó que la propuesta no implica controles irracionales, sino metodologías estandarizadas aplicadas en otras naciones. Feinmann descalificó la explicación, considerándola “un intento de justificar lo injustificable”. Klug mantuvo su postura, insistiendo en que el proyecto busca modernizar la producción y no estrangular al sector agropecuario.
Finalmente, la diputada remarcó que el cambio climático impacta a toda la región, y que los fenómenos meteorológicos extremos ya afectan cosechas, infraestructura y economías locales. Consideró que ignorar esta realidad sería irresponsable. Feinmann concluyó sugiriendo que el Gobierno debería priorizar la estabilización de la economía. Klug reiteró que los compromisos ambientales no pueden ser pospuestos.



















