Las negociaciones finalmente parecen haber concluido satisfactoriamente, culminando con la firma del acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur. Así lo confirmó días atrás el presidente de Brasil, Lula da Silva, quien precisó que la rúbrica de los documentos se concretará en las próximas semanas. De materializarse, ambas regiones establecerán una de las zonas de libre comercio más extensas del mundo, abarcando un mercado de más de 700 millones de personas.
En términos generales, el pacto —fruto de un cuarto de siglo de complejas negociaciones— contempla, entre otros puntos, la supresión progresiva de aranceles, la constitución de un área de libre comercio entre los dos bloques y la definición de reglas de origen que aseguren que los beneficios se circunscriban al Mercosur y a la UE.
Tras diversas dilaciones, el presidente Javier Milei asistirá a la cumbre regional. Para el gobierno libertario, este encuentro se produce en un momento de definiciones. Por lo tanto, desde Casa Rosada se mantiene una estricta vigilancia sobre los posibles efectos que el tratado pueda generar en sectores sensibles de la economía nacional.
Implicaciones del Acuerdo Comercial entre la UE y el Mercosur
Según las declaraciones de Lula, el acuerdo destaca por su magnitud económica. Una vez implementado, abarcará a 722 millones de habitantes y representará un Producto Bruto Interno (PBI) conjunto de u$s22 billones, lo que lo posicionaría como el “mayor acuerdo comercial del mundo”.
El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Estados Unidos estimó en 2024 que el intercambio comercial bilateral actual de la UE con el Mercosur asciende anualmente a 88.000 millones de euros en bienes y 34.000 millones de euros en servicios. Con la consolidación de la nueva zona de libre comercio, estos montos podrían llegar a representar aproximadamente el 20% del PBI mundial.
El entendimiento entre el Mercosur y la UE se enfoca en un objetivo primordial: desmantelar paulatinamente las barreras arancelarias e instituir una vasta zona de libre comercio con normas de origen claras, diseñadas para que los beneficios permanezcan dentro de ambos bloques. El texto también establece un marco regulatorio que abarca servicios, propiedad intelectual, contratación pública, comercio sostenible, empresas estatales y los mecanismos para la resolución de controversias, un elemento crucial para garantizar la previsibilidad a largo plazo.
De este modo, el acuerdo contempla la eliminación de aranceles sobre el 90% del comercio bilateral, con cronogramas de desgravación más amplios que los otorgados por la UE en tratados anteriores. Este esquema promete un impulso a las exportaciones agroindustriales, energéticas y mineras del Mercosur. Por parte de la UE, además de obtener garantías de suministro de alimentos, energía y minerales críticos, se busca agilizar el acceso de su producción industrial a Sudamérica y, simultáneamente, fortalecer su posición en un escenario global cada vez más competitivo frente a Estados Unidos y China.
Estimaciones provenientes de fuentes europeas proyectaron que el continente podría experimentar un incremento de cerca de u$s10.000 millones anuales en exportaciones adicionales, mientras que las ventas europeas se expandirían en casi u$s60.000 millones.
Desde Europa, la principal oposición proviene de Francia, país que ha reiterado enfáticamente su rechazo al acuerdo. A menos de un mes de la fecha estipulada por Lula da Silva, la Asamblea Nacional aprobó por unanimidad una resolución que exhorta al presidente Emmanuel Macron a oponerse al tratado de libre comercio y a constituir una minoría de bloqueo en el Consejo de la Unión Europea. El texto también solicita someter el pacto al Tribunal de Justicia de la UE para evaluar su conformidad jurídica.
La iniciativa, impulsada por el partido de izquierda La Francia Insumisa (LFI) durante su jornada parlamentaria reservada, fue aprobada con 244 votos a favor y un solo voto en contra, si bien la diputada que emitió el voto negativo aclaró posteriormente que se trató de un error y manifestó su apoyo, confiriendo así una unanimidad plena al pronunciamiento.
Una vez firmado, el acuerdo deberá completar el proceso institucional en ambas orillas del Atlántico: cada país del Mercosur deberá ratificarlo según sus procedimientos internos, al igual que los Estados miembros de la UE. Este trámite puede prolongarse por meses e incluso años, en función de la dinámica parlamentaria.
La Asistencia de Javier Milei y la Resistencia de Francia
Más allá del impacto económico, la presencia de Javier Milei en Brasil introduce también un componente político, dada la tensa relación que mantiene con su homólogo brasileño desde el inicio de su mandato.
En la Casa Rosada se considera que la cumbre sirve como un escaparate para demostrar el compromiso con la inserción global, una de las premisas que Milei ha sostenido desde su campaña. No obstante, se admite que cualquier beneficio tangible del tratado solo podría materializarse a mediano plazo, una vez que comiencen a implementarse los capítulos comerciales y regulatorios.




















