El Estado argentino se enfrentará a posibles costos derivados de esta causa por los que terminará pagando un total de casi tres veces lo que hoy vale la petrolera de bandera, luego de más de ocho años de juicio por la expropiación que hizo el kirchnerismo de YPF, y en medio de posibles embargos que habilitó ayer la justicia de EE. UU.
En la actualidad, solo de intereses, ese juicio genera un costo de más de 2 millones de dólares por día.
La jueza Loretta Preska, quien está a cargo de una corte del Distrito Sur de Manhattan, falló en septiembre pasado en contra del país. Dictaminó que Argentina es culpable de mala praxis expropiatoria y la condenó a pagar la máxima pena calculada para el caso: 16.000 millones de la moneda estadounidense.
Esa cifra multimillonaria, imposible de pagar para un país en crisis extrema y sin dólares, es solo una parte del costo total del entuerto expropiatorio, más allá de la eventual conveniencia estratégica de que el Estado haya recuperado el control de la empresa y, por consiguiente, de buena parte del negocio de Vaca Muerta. Esta demanda, cimentada en una serie de errores técnicos y estratégicos que se cometieron desde 2012, podría generar un perjuicio total para el Estado que trepa a más de USD 26.000 millones.
Sin dudas, movimientos en ese sentido en una corte de EEUU generaría un “ruido” interno de proporciones. Semanas atrás hubo una muestra de que no es imposible. Dennis Hranitzky, ex abogado de Paul Singer, dueño de los grandes fondos buitre que litigaron contra Argentina, pidió en un tribunal americano, y en medio de un litigio por una deuda bonaerense, buscar cuentas en el exterior a nombre de casi todo el espectro político vernáculo. “Si un estudio chico pudo presentar una solicitud de ese tipo y más allá de que prospere, algo que seguramente no pasará, no hay que desdeñar el poder de fuego que tiene Burford en ese sentido. Nadie quiere estar mencionado en esas listas de sospechosos”, resumió otro entendido en la causa que prefirió hablar en off the record.
Mientras tanto, el reloj sigue corriendo y la factura se incrementa minuto a minuto.