En el gobierno bonaerense hubo un debate interno en el que se coincidió que no hay impedimentos para desengancharse de la elección presidencial. Es posible y todo está atado a cómo termine dándose el escenario nacional
“No está descartado”. La respuesta a la pregunta sobre si el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, planea hacer una convocatoria a las elecciones generales -para elegir gobernador, intendentes, legisladores provinciales, concejales y consejeros escolares- en una fecha diferente a las elecciones presidenciales, se repite. En La Plata ratifican que el mandatario bonaerense tiene autonomía por ley para decidir cuándo convocar a elecciones. La discusión ya no es tanto de formas, sino política.
Cerca de Kicillof se admite que hoy es un escenario posible el desdoblamiento para la elección general y que su ejecución real está atada a lo que acontezca en el orden nacional. Agregan que es difícil, pero posible. El ex ministro de Economía podría jugar esa carta si la resolución de candidaturas nacionales -a su entender y la del espacio- pone en riesgos sus intenciones de ir por una reelección. Suele decir que se necesita una estrategia nacional fuerte y que hoy no aparece.
Existe, entonces, una decisión política de ir por el camino del desdoblamiento. Una instancia que quedaría definidamente sepultada si finalmente Cristina Kirchner está en la boleta del peronismo; ya sea como candidata presidencial -que es lo que quiere Kicillof y el grupo de la mesa de Ensenada- o encabezando la candidatura a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires, como ocurrió en 2017 con Unidad Ciudadana.
Las diferentes fuentes consultadas reconocen que es complejo para la provincia de Buenos Aires hacerse cargo de todo el operativo electoral. En ese caso sería la Junta Electoral bonaerense la competente, con asistencia del Ejecutivo provincial y otros órganos, como por ejemplo la Defensoría del Pueblo. El último antecedente de este tipo data del año 2003, en la elección que ratificó a Felipe Solá como gobernador. Pasaron 20 años, pero el avance tecnológico y de mejora en la logística hace pensar que, efectivamente, se podría llevar adelante. Un detalle: en la elección del 2003 la provincia de Buenos Aires tenía 26.834 mesas habilitadas para votar. En las últimas elecciones -las legislativas 2021- se desplegaron por el territorio bonaerense 38.766 mesas.
La reunión del PJ nacional de este viernes podría empezar a definir el rumbo que vaya a tomar Kicillof, que se cansa de repetir que no es una decisión unipersonal, sino que forma parte de la definición del espacio político que integra. El kirchnerismo plantea, por un lado, que el Frente de Todos se encamina a ir a unas Primarias -este miércoles lo volvió a sostener el ministro del Interior y eventual presidenciable, Eduardo de Pedro– y por el otro que no le van a presentar una interna al presidente Alberto Fernández si finalmente decide competir.
En cuanto a plazos, según la ley electoral de la provincia de Buenos Aires, la decisión de desdoblar la elección provincial de la nacional debe tomarse “con no menos de noventa (90) días de anticipación a la fecha que disponga el Poder Ejecutivo” y en una fecha “comprendida entre los treinta (30) y ciento veinte (120) días anteriores a la culminación de los mandatos respectivos”; es decir del 10 de diciembre. Imaginando que la elección provincial sea anterior a los comicios nacionales, el mandatario debería fijar fecha propia antes de las elecciones Primarias que sí serán junto con las nacionales.
La facultad que tiene Kicillof para desdoblar la elección general también fracciona en la interna del Frente de Todos y como pressing hacia el jefe de Estado con el objetivo de que decline de su intención reeleccionista. Es una bala de plata a la hora de negociar. Así como Fernández mantiene el hermetismo de si será candidato o no, el gobernador -el kirchnerismo en realidad- guarda esa carta del desdoblamiento. Es una medición de fuerzas dentro del peronismo y que en las próximas semanas empezará a ponerse en juego.
Según pudo saber este medio, cuando en el gobierno bonaerense se decidió que no habría desdoblamiento de las PASO en la provincia de Buenos Aires, también se analizó si era conveniente convocar en el mismo decreto la fecha para las elecciones generales. Se definió no hacerlo y esperar.
La última provincia peronista que decidió separarse de la elección nacional fue Formosa. El gobernador Gildo Insfrán adelantará las elecciones en su provincia, al igual que lo hicieron la mayoría de los subestados. Este martes se confirmó que en Formosa se elegirán gobernador, vice, 15 diputados provinciales, intendentes y concejales casi dos meses antes que las PASO presidenciales, que tienen fecha para el 13 de agosto.
Los gobernadores buscan escapar de la discusión macro -con una inflación por arriba del 104% interanual al mes de marzo y casi el 39,2% de la población del país por debajo de la línea de pobreza- y conservar su poder territorial. Ya definieron separar fechas de la elección nacional las provincias de Neuquén y Río Negro -que fueron a elecciones el último domingo– y lo harán también San Luis, Salta, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, Mendoza, Misiones, Tierra del Fuego, Tucumán, San Juan, Santa Fe, Córdoba, y Santiago del Estero. La Ciudad de Buenos Aires, por su parte, va a una elección recurrente.
Pero el caso de la provincia de Buenos Aires es distinto. Su peso electoral en el escenario nacional -representa el 38% del padrón del país- e indefectiblemente la discusión nacional arrastra al gobernador cuyo margen maniobra para alentar un corte de boleta es inferior, si se quiere, al que pueden ostentar los intendentes. Aunque hubo casos, cualquier opción presidencial difícilmente pueda prescindir de los votos de la provincia de Buenos Aires para imponerse en las urnas. Sin embargo, con Kicillof en la elección 2019 se dio una particularidad: sacó más votos que los que consiguió la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner. Kicillof ganó con el 52% de los votos; Fernández obtuvo el 51% en territorio bonaerense. Hoy esos números son una nostalgia. Este jueves, el presidente y el gobernador volverán a compartir un acto público tras 50 días sin coincidencias en un evento de estas características.